“…esa intensidad tan intensa…” como diría el Dr. Feo. Quizá hay demasiada intensidad en mí, a veces, en el poso de tanto exceso pasado. El gruyere de mi cabeza. No sé. Echo el freno de mano para no estropearlo todo pero el olor a zapata quemada se hace insoportable. Sigo sin saber qué hacer. Si me dejo ir no me aguantarías. Ni tú ni nadie.

Pero se da la circunstancia de que, aunque no parezca que la solución eres tú, tú has sido la solución desde hace más de ocho años. Son hechos que intento meter en el guiso, aún a costa de que me mires mal y me eches de la cocina. ¿Te sirvo para el aderezo?

Entre medias naranjas y medios limones voy actualizando nuestros enlaces. Quizá estoy más serio, pero vendrán más sonrisas cuando sintonicemos un poco mejor nuestro futuro. Ese que ya está pasando. Con tus risas a veces, tan curativas.

Y sobre todo, confiar. Ciegamente. Como en un madero en medio del temporal.

Pasará la tormenta. Te lo aseguro.