Como una reina o nada. Tu reinado siempre ha sido así, un poco excesivo, hasta el punto de creer muchas veces exagerados los piropos que te echa tu súbdito. Mejor así. La nada no la tenemos catalogada, al menos desde dentro del corazón.

Digo súbdito en sentido figurado; no se trata de jerarquía sino de devoción. Quizá si tuvieses un rato relajado para repanchingarnos juntos en el sofá podrías hacerme tu rey de andar por casa y compartir roles. De momento sólo quiero enseñarte a olvidar instantes, como algunos de relleno que hemos vivido estos años y de los cuales no haremos gavilla ni a drede. El resto del tiempo de sillón, pues a soñar un poco, despacio y a calzón quitado.

Hoy parecería que la monarquía está en crisis, pero de peores hemos salido los republicanos de pro. Pido perdón de antemano. Tengo comprobado que mis sueños reales son moldeables. Esto casi siempre es una ventaja.

Espero que tú también puedas compartirla.