Viene Salek. Después de sobrevivir en España, adoptar sus costumbres y su idioma, después de ir a la escuela y no lograr homologar lo que él sí conoce en la calle, se marchó a los campamentos de Tinduf a ver a su familia, con su mochila llena interrogantes y de tacos en valenciano. Vuelve quizá más perplejo que cuando vino por primera vez a Soria, en 2006. Ya es un hombre con pasaporte argelino, quizá su único documento valioso.
Ahora Salek parece que se ha enamorado de una saharaui de los campamentos. A lo mejor es una buena excusa para no volver a pelear la vida en España en estos momentos tan insolidarios. ¿Qué hacer? ¿Sobreponerse a las dificultades o buscar caminos alternativos?
No es fácil ser inmigrante y mucho menos cuando a todos les quitan sus derechos. Vuelve Salek, a ver qué nos cuenta, cuáles son sus intenciones, cómo nos ve a los españoles que le acogimos hace años en un entorno tan distinto al de ahora.
Por nosotros no va a ser. A ver los demás.