“El criminal nunca gana” decía mi madre, pobre ingenua. ¿Pobre ingenua? No estoy seguro. Quizá sea un recurso de perdedor, pero la experiencia a largo plazo me dice que la conciencia no perdona. No a ellos, los criminales que hacen con el mundo lo que quieren -esos no tienen nada parecido a conciencia- sino a nosotros. Los que tenemos y consultamos a nuestra conciencia en cada decisión delicada.

Arrieros somos. Desde que leí a Almudena y su machadiano “El corazón helado” me quedé más tranquilo. No sólo es lo inmediato lo que define las victorias. Desde los griegos y su “victoria pírrica” ha habido mentes que han definido muy bien lo que es ganar de verdad: que el resultado no pueda nunca ser revisado.

En eso siempre eres campeona. Aúpa!