Enero da un poco de vértigo. Es contradictorio, porque se asocia con una cuesta arriba, pero yo me siento más bien como en las alturas y ante mí, una insondable distancia que me marea. Me pasa cada principio de año, una vez acabada la lisérgica ñoñería navideña. Quizá un poco más esta vez, no por los balances, sino por las expectativas. No estoy segura de poder abarcarlas y me pregunto si no estaré siendo poco valiente.
Valientes son las mujeres con las que ayer compartí charla y vino. Ayudan a otras a salir de infiernos domésticos y hasta se permiten bromas sobre ello. Cómo si no. Una me contaba que la gente le dice que es muy alegre y que lo es porque cree que una no tiene derecho a tristezas cuando la vida te ha tratado bien. Es una gran lección para aprender, si fuéramos capaces.

Estampa invernal soriana con mujer de rojo al fondo, de Mariano Castejón.
Para Celia, otra mujer valiente.