La nieve es delatora. Un día mi amigo Ramón Colomina escribió:
“Si un día todas las pisadas que he hecho se volvieran visibles
descubriría toda la indecisión que a veces me invade
y lo llena que está mi vida
de recorridos vulgares
y de insistentes repeticiones”
En la nieve virgen se tiene la sensación de lo irremediable, sobre todo cuando ya ha dejado de nevar y las pisadas se quedan grabadas por un tiempo. Otro diría que es mejor dejar huella en la vida, es verdad.
Otro pisaría y punto.
Hoy dejaba huella a 12 grados bajo cero con un sol intenso que no calentaba nada. Mañana pisaré el suelo pulido de un aeropuerto persiguiendo la huella que deja en las personas un trozo de texto pegado en la pared. Huella va, huella viene.
Si persiste o no, no depende de si misma.