Porque fue como quien dice ayer cuando me contaste toda su prosa con una mirada. “Es el mejor”, me dijiste mientras parabas tu mirada azul y amarilla en mi, pequeño aprendiz de todo.
Nunca antes te sentí tan segura. Pensé que era amor lo que tenías con Delibes. Un amor fiel, como antes se era fiel. O como siempre se ha sido fiel, sin traicionar la palabra, transitando otras cosas pero llevando muy dentro la certeza. Leyendo sin perder el norte.
Y hoy, al leer del matrimonio del escritor con su mujer -cuyos detalles no conocía- me he estremecido. Todo el peso de un maridaje con los sentidos, con el idioma, con las querencias, se me ha apoderado durante un instante. Viva Delibes.