Cane es soriana de pura cepa, aunque tenga algunas propiedades en Madrid. Ha triunfado en la vida: nació y fue descarriada, vagaba por los campos de Almazán con su amigo Miguelón y fue rescatada por alguien que la llevó a Redención, junto a San Polo. Allí vivió un año y cuando llegó el momento sedujo a los Reyes Magos y se vino con nosotros.
Cane tiene algunos problemas porque es una perra que piensa. Es una intelectual. No sólo porque capte nuestros estados de ánimo humanos, tan difíciles de explicar a veces para los seres racionales. Es una intelectual porque siempre cultiva la faceta hedonista de la vida.
Dicen que los perros son exageradamente fieles. Yo opino que son incondicionales, un aspecto que entre los humanos suele escasear. Ella me deja que sea como soy, sin reproches. A veces pide más atención cuando no le toca pero siempre sabe esperar su momento. Y es capaz de ladrar a un mastín que le triplica en peso -y en fauces- si considera que se está acercando demasiado a nuestro territorio.
Ella piensa y tiene dudas, como nosotros. Sus dudas las responde con miradas y las disuelve con relajación y tranquilidad. Piensa tumbada mirando al horizonte y te viene a ver para contarte sus cuitas, tan perrunas.
Un ejemplo a seguir. Soy su fan. Incondicional.