Pues mi amigo invisible no me llenó la nevera de viandas, pero me alimentó el ego, eso sí. Me dibujaba como una superwoman de la que estoy muy lejos, me temo; pero mira, un poquito de elasticgirl ya me gustaría. Sobre todo para soltar guantazos a la velocidad del rayo y a una distancia prudencial que impidiera al destinatario saber desde dónde le llovían. Iba a dar yo unas supercollejas…