¡Qué desasosiego, qué zozobra! Por un lado, me gustaría votar, siempre lo he hecho, creo que hay que hacerlo y querría que mi hijo lo viera y pensara que sirve para algo. Por otro, entiendo a los que quieren usar el ‘no voto’ como castigo, como un grito contra este sistema podrido que premia a los corruptos. Pero si dejas de votar, favoreces a unos; si lo haces, perpetúas a los de siempre… En fin, que esto es cantar con poquita voz, pero desagradable. ¡Qué lástima que nos hayamos dejado quitar la ilusión de creer! ¡Qué frustración pensar que nada sirve para nada! Lo de las opciones ya es la risa. Mi hijo me dice a quién votar, por los lemas electorales y por la cara de los candidatos. Visto lo visto, es un gran criterio.