Son unos cabrones. Primero, hace años, se quedaron con un país entero, por sus santos cojones, por la gracia de dios. Y aguantamos, todos, los protagonistas del expolio y sus herederos, los que no teníamos nada.
Luego se apuntaron a la normalización “democrática” y comenzaron a organizarse. Se aprendieron las reglas y empezaron a ganar puntos. Interiorizaron la palabra “mitin”, que en realidad era un “meeting” españolizado.
Españolizaron casi todo, y dejaron para después lo que no pudieron españolizar en su momento. No olvidan, no perdonan. Son la gota malaya.
Se apropiaron del lenguaje políticamente correcto, homologaron internacionalmente sus opciones de partido a pesar de ser herederos directos de los fascistas que gobernaron este país durante cuarenta años. Ni colorados se pusieron. Eligieron el azul de fondo, el azul suavecito y las gaviotas que vuelan tranquilas sobre el mar de atardecer.
Se lo apropian todo. Aprendieron a hacerse fuertes controlando los medios de comunicación. Aprendieron a apropiarse de palabras universales “libertad, social, solidaridad…” y a base de usarlas cuando no debían las vaciaron de contenido, las desinflaron, las desactivaron.
Se hicieron cargo de las calles, las ocuparon, se manifestaron, aprendieron a mentir sobre el número de asistentes y a amplificar y repetir las mentiras hasta que la gente se las acabó creyendo. Se aprovecharon de que la gente es imbécil y no tiene tiempo ni entendederas para rebatir lo que sale por televisión. Y cambiaron la tendencia. Crearon un ejército de militantes de su causa, pobres y tristes obreros de derechas, explotados por ni tan siquiera las gracias. ¿Dónde se ha visto que un partido conservador tenga más militantes que toda la izquierda junta?
Hoy día, el PP es el partido que mejor ha aprendido cómo ganar elecciones, cómo tener los más potentes “think tanks”, cómo aprovecharse de las ventajas del sistema, cómo mantener una voz unida y cómo seguir apropiándose de lo que no es suyo en aras del “interes general”.
Se lo apropian todo. También su “democracia” sagrada. Su sistema judicial, sus prioridades económicas, sus bancos, sus instrumentos de poder. El dinero. Todo.
Recomiendo esta sabrosa amanita muscaria para los que aún quieran seguir en la brecha. Yo dimito. Que les den. Que se queden con sus sucedáneos y que con su pan se los coman. Esto no tiene arreglo. Habría que revolucionarse tanto que nos mandarían a la OTAN al completo. Y da pereza.
España ha muerto, otra vez. Que viva España. Para quien la quiera. Se la han vuelto a quedar.