Llevo un tiempo siendo segundo. Me presento a pruebas y no logro ser primero: sólo segundo. Son segundos puestos muy honrosos pero ahí se queda la excusa. No me gusta ser segundo.
Subes las montañas y llegas segundo. Alguien ha llegado antes.
Desde pequeño mi objetivo era ser primero. Es feo hablar de esto cuando uno es adulto y ya ha descubierto que ser primero siempre es imposible, que ser primero encierra peligros. Ser primero es casi molesto, es motivo de soberbia y de conflictos.
Me quedé con la idea de que ser primero era importante en los quereres. Ser el favorito, estar arriba del todo en el deseo, ser el primero de la lista de preferencias. No tanto llegar el primero sino ser el primero. Era la manera de seguir sintiendo que uno es imprescindible.
Sensación idiota, bobada insostenible. He de corregir mis parámetros. Lo que no sé es adónde me va a llevar esta obligada desmotivación.
Creo que debo subir el Pico Frentes cuanto antes.