La tendencia es dejarse llevar por las tendencias. Tendencias de papel couché, tendencias tipográficas, tendencias colorimétricas, tendencias culinarias y tendencias políticas. Por ejemplo. Tendencia “vintage”, tendencia rural, tendencia de reírse de la gente auténtica, auténticas tendencias que agrupan a seguidores de todo el mundo para poder hablar de ellos mismos.

Uno dijo una vez que los diseñadores eran los demiurgos de nuestra sociedad. Vale. Pero todos los demiurgos están esperando una nueva tendencia para destacar. Algún día leí que había una multinacional que decidía los tonos que llevaría la moda de cada año, sólo basándose en la producción de tintes que se suministraban a las fábricas textiles. Si este año hay superproducción de burdeos, pues todo el mundo de burdeos. Y así sucesivamente con las tapicerías de sofá y el lacado de los muebles de Ikea. Tendencias.

La imagen marca tendencia. Si sale en TV se hace tendencia. Si lo dice un gurú es tendencia. Si lo lleva Kate Moss se convierte en tendencia.

Pero la única tendencia universal es el dinero. Lo que triunfa como tendencia ayuda a ganar dinero. La individualidad no es tendencia porque venderle algo a uno sólo no da un duro. Ahora no existen los duros. El dinero es blando y flexible como la moral que lo sustenta.

Si marco tendencia existo. Si no marco tendencia puedo aspirar a ser seguidor de tendencias, a ver si existo.

A ver si de una vez llega la última tendencia y nos vamos cada uno a nuestra casa.