

No tengo miedo al paso de los años, pero sí a perder lo que ahora tengo.
En un plano menos meta-físico y más gastro-nómico, ir a por setas, cocinarlas y comerlas es un placer que seguro tiene fin, y quizá no muy lejano. Hay que aprovecharlo para disfrutarlo ahora y para recordarlo siempre. Como las angulas que alguna vez comí. Me acuerdo, me acuerdo…